Deseo
Para el perro
todo cuanto se da en el espacio de la mesa
es objeto irresistible de deseo
simple regla de tres
si algo cae debe ser cazado al vuelo
luego se verá
en la huida
qué tanto valía la pena el esfuerzo
y en ello pensaba cuando cayó el tornillo
y mientras intentaba recuperarlo
de las fauces de aquel obstinado animal
que lloraba impotente ante mí
resistiéndose a devolver su tesoro
dispuesto incluso a atragantarse
con aquella pieza de metal
que no debía saberle a nada
pero que representaba para él
una victoria
y ya con el tornillo en la mano
no pude sino pensar
¿cuántos de ellos habré
cazado
al vuelo
yo que me he sentado
siempre
a la mesa?
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Hemos matado a Dios para robarle una cuerda rota mis manos sudan y la piedra se hunde perfectamente aunque no quede expansión de ondas incurables ay planta marina llévame a través de tus cuevas subcutáneas a la tierra prometida reino de la contradicción extramundo en el que habita la cuadratura del círculo y duermen los alquimistas sobre enlaces de seda planta marina torna la secuencia genética en látigo de grafemas convierte lo real en racional y lo racional en real como principio de todos los principios transmutados
este plano traducido en otro
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Sobre el engaño de las cosas manifiestas
Dudo serieamente que el local de comida china que tanto frecuento
prosiga siendo el mismo cuando no estoy sentado allí
frente al destello de sus cuadros paisajistas con relieve y luces led
las servilletas de tela dispuestas en forma cónica
el menú plastificado con los bordes ligeramente levantados
de tanto manoseo
y en él los nombres de los platos en castellano
junto al sinograma que les corresponde
según la traducción
@ @ @ (Pollo agridulce). . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 €
¿no será acaso una fachada restaurante que empieza a mutar
adoptando nuevos decorados y nuevos olores en el preciso instante
en que dejo deslizar la puerta tras de mí y me marcho?
sea que al entrar un nuevo cliente se encuentre rotos
los filamentos del adn de la vida
plegadas todas las paredes de mi ensueño
en un puñado de palabras extintas
una cárcel un sepulcro
el paraíso
temiendo de todas maneras con ominosa certeza
que podría toparse con las mismas mesas
y los mismos cuadros
orquestándose el mayor engaño posible
entre la aparente continuidad de aquel recinto
t1, t2, t3,..., tn.
y en el quebranto de todo tiempo percibido
la ilusión de lo habitual.
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Síndrome del impostor
Me escupió la madrugada
por una ciudad de otros
y qué podía hacer sino irme
huir hacia aquel bar sin rotulado
que parecía dormir de pie
indiferente a las totalidades de la noche
quería estar a la altura de los grandes poetas
ser como aquel que se sienta al fondo del todo
a escribir las más bellas obras
en su libreta negra
y que se bebe las espinas de los cactus
a fondo blanco
hasta desangrarse
pero los grandes escritores
no se avergonzarían nunca de su letra
como yo me avergüenzo de la mía
enorme y maleducada
presta a violentar márgenes y páginas enteras
en su trazo proscrito
palabreo que se va de costado
vacilante
tembloroso
ebrio de tanta tontería bukowskiana
si supieran cómo crece mi vergüenza
al escuchar una risita de mujer feral
sabiéndome presa de la mirada indiscreta
que desnuda toda retórica
que me expone mano torpe
que se llena la camisa
de caspa de lápiz
ennegrecido mi pecho con burusas
de otras medianías
peores que la vergüenza misma
en fin
pensar que quise sentarme a solas
en el fondo
al final de la escena
y que nada más llegar
me quise ir.