jueves, 12 de diciembre de 2013
Marina Tsvietáieva - El poeta y el tiempo (fragmento)
La gloria y el dinero. La gloria -cuánta amplitud- vastedad - dignidad - armonía. Qué grandeza. Qué paz.
El dinero - cuánta estrechez - miseria - infamia - insignificancia. Qué mezquindad. Qué vanidad.
¿Qué quiero cuando, una vez terminada la obra, la entrego a tales o cuales manos?
Dinero, amigos, y cuanto más, mejor.
El dinero es mi posibilidad de seguir escribiendo. El dinero - mis poesías de mañana. El dinero es mi rescate de los editores, redactores, caseros, tenderos, mecenas - mi libertad y mi mesa de trabajo. El dinero - además de mi mesa de trabajo, es también el paisaje de mis poesías, la Grecia que tanto deseaba cuando escribía Teseo y aquella Palestina que tanto desearé cuando escriba Saul - barcos y trenes que conducen a todos los países, a todos y más allá de todos los mares.
El dinero - mi posibilidad de escribir no solamente más, sino mejor; de no pedir anticipos, de no precipitar los acontecimientos, de no cerrar las brechas poéticas con palabras casuales, de no sentarme con X o con Y en la esperanza de que me publicarán o me "acomodarán" en alguna parte; el dinero - mi elección, mi selección.
El dinero, finalmente - el punto tercero y el más importante - mi posibilidad de escribir menos. No tres páginas al día, sino treinta líneas.
Mi dinero es, ante todo, tu ganancia, lector.
¿La gloria? "Etre salué d'un tas de gens que vous ne connaissez pas" (palabras del difunto Scriabin, no sé si suyas o adjudicadas). El peso de la vida cotidiana - acrecentado. La gloria - una consecuencia, no un fin. Todos los grandes amantes de la gloria no eran en realidad amantes de la gloria, sino del poder. Si Napoleón hubiera amado la gloria no se habría consumido en Santa Elena, el más perfecto de los pedestales. En Santa Elena a Napoleón no le faltaba gloria sino poder. De ahí - sus tormentos y su catalejo. La gloria es pasiva, la sed de poder - activa. La gloria - yace, "duerme en sus laureles". La sed de poder va a caballo, consigue esos laureles. "Por la gloria de Francia y por mi poder" - ése es, en su fuero interno, el lema de Napoleón. Para que el mundo obedezca a Francia y Francia - a mí. La gloire de Napoleón se llama pouvoir. Él, como hombre sobre todo de acción, no pensaba en la gloria individual (pura retórica). Prenderse fuego de la cabeza a los pies por el fragor de la multitud y el balbuceo de los poetas..., despreciaba demasiado a la multitud y a los poetas para hacerlo. El objetivo de Napoleón era el poder, la consecuencia del poder conquistado - la gloria.
En el poeta admito la gloria como forma de autopropaganda - con fines lucrativos. Y así yo, que personalmente desprecio toda forma de publicidad, aplaudo las dimensiones - también en este caso desmesuradas - de Maiakovski. Cuando Maiakovski no tenía dinero, se dedica sin pausa a temas "sensacionalistas" ("purga de los poetas", "corte de las poetisas", "América", etcétera). La gente corre al escándalo y lleva a dinero. A Maiakovski, por ser un gran poeta, le tienen sin cuidado las alabanzas y los insultos. Él conoce su valor. Pero el dinero - realmente le importa. Y su autopropaganda, precisamente por su vulgaridad, es mucho más pura que la de los papagayos, los monos y el harem de lord Byron, que como es sabido, no necesitaba dinero.
Nota indispensable: ni Byron ni Maiakovski utilizan para la gloria la propia lira poética; ambos - la propia vida privada, basura. ¿Byron ansía la gloria? Adquiere una colección de animales, se establece en la casa de Rafael y tal vez - va a Gracia... ¿Maiakovski ansía la gloria? Se pone una blusa amarilla y escoge como fondo - una cerca.
(...)
Marina Tsvietáieva. Extraído de "El poeta y el tiempo". Edición de Selma Ancira. Editorial Anagrama. 1990.
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