Cuando el rey de la casa entraba había que correr a la puerta con zapatillas, cerveza y reverencia. Por alguna razón él suponía que debíamos estar felices de verle volver cada noche para escuchar sus juramentos creer sus sueños, vivir de sus mentiras. - - - -Antes de que te lo enseñen por ahí te lo voy a explicar yo -me dijo- mientras abría mi cama. Ya no recuerdo cuántos años tenía entonces, si era joven o vieja. Sólo recuerdo el asco arrastrándose dedo tras dedo por las manos de todos los hombres -por mis propias manos- Por favor, pasen sin tocar, pasen pasen. Hasta que un día encerré el dolor en un frasco le puse al asco tu cara y cerré la tapa. Cuando abrí los ojos habías desaparecido y por fin pude besar los ansiolíticos dedos de mi amante. - - - -Qué delgada eres -me dijo- y entonces yo pensé en la mujer de la foto en sus senos grandes y en los míos pequeños del tamaño del cuenco que hace un hombre con su mano del tamaño del cuenco que é...
jardín digital de obra poética