domingo, 17 de marzo de 2013

Sobre La canción de amor y muerte del alférez Christoph Rilke, de Rainer Maria Rilke

"(...) Aquel breve texto era su primera obra maestra, la primera que daba por logrado un difícil aprendizaje. Rainer había encontrado su voz. 
    El texto fue enviado a un editor. El editor lo rechazó. No había llegado su hora. Rainer siguió escribiendo y corrigiendo. 
    Una segunda versión, revisada, fue aceptada finalmente para su publicación. Apareció en la revista praguense Deutsche Arbeit en 1904, sin mayor repercusión. 
    Dos años más tarde, en Berlín, saldría a la luz una tercera edición, la definitiva, en forma de libro. Gran fracaso. Apenas se vendieron cincuenta ejemplares. 
    Pasan seis años más. Rilke sigue escribiendo y publicando. La editorial "Insel" le pide este texto al poeta para iniciar con él una nueva colección, la "Insel-Bucherei", probablemente la serie comercial más hermosamente editada de nuestro siglo. El Alférez será su primer título. 
    Y esta vez sí logró el contacto. En tres semanas se vendieron 5.000 ejemplares. Los lectores se multiplicaban mes tras mes. A los dos años, cuando estalló la guerra europea, llevaba editados 40.000 ejemplares. En 1917 llegó a los 100.000. En 1959 había alcanzado el millón, y eso sólo en lengua alemana. Es posible que en la actualidad ronde los dos millones de ejemplares publicados. Ha sido traducido a numerosos idiomas y sus lectores pueden contarse por decenas de millones. Pocas obras, en nuestro siglo, han disfrutado de tan amplia acogida. (...)"

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Extraído del Epílogo a La canción de amor y muerte del alférez Christoph Rilke, de Rainer Maria Rilke. Ed. Hiperión. Versión española de Jesús Munárriz.



LA CANCIÓN DE AMOR Y MUERTE 
DEL ALFÉREZ CHRISTOPH RILKE


"...el 24 de noviembre de 1663 le fue asignada en Linda/ a Otto von Rilke de Langenau/ Gränitz y Ziegra/ la parte del dominio de Linda dejada en herencia por su hermano Christoph, caído en Hungría; aunque debió aceptar una salvedad/ según la cual la investidura resultaría nula y sin efecto/ en el caso de que su hermano Christoph/ (que según el certificado de defunción adjunto, había muerto siendo alférez en la compañía del Barón de Pirovano del regimiento de caballería imp. austr, de Heyster) regresara..."

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CABALGAR, cabalgar cabalgar, de día, de noche, de día.
    Cabalgar, cabalgar, cabalgar.
    Y el ánimo está tan cansado y es tan grande la nostalgia. Ya no hay montañas, apenas algún árbol. Nada se atreve a alzarse. Extrañas chozas se acurrucan sedientas junto a pozos cenagosos. En ninguna parte una torre. Y siempre la misma imagen. Sobran los dos ojos. Sólo de noche a veces se cree conocer el camino. Tal vez estemos rehaciendo por la noche el mismo trecho de camino que hemos recorrido penosamente bajo el sol extranjero. Puede ser. El sol pesa como en nuestra tierra en lo profundo del verano. Pero fue en verano cuando nos despedimos. Los vestidos de las mujeres brillaron mucho tiempo entre el verde. Y hemos cabalgado tanto. Así que debe ser otoño. Al menos allí donde tristes mujeres saben de nosotros. 

(...)