sábado, 4 de julio de 2015

Pep Capó Rosselló - Vivo en la Soledad (poemas)

Cualquier tiempo pasado fue mejor

Siempre he escuchado contar,
primero a mis abuelos
y después a mis padres,
que el mundo en sus tiempos
fue mejor que el actual.
Que la vida era más sencilla,
la gente más buena...
Nunca lo puse en duda.
Eran palabras de mis padres,
eran mis abuelos.
Ellos no me mentirían.
Ahora sé que no me mentían a mí,
que se mentían a ellos.
Ya he escuchado
a varias personas de mi entorno
de mi edad contar
cómo el barrio,
La Soledad y Son Gotleu,
eran durante mi niñez
un lugar parecido al paraíso.
Barrios humildes,
de gente trabajadora,
pero sobretodo
barrios de gente honrada
donde podías pasear
con tranquilidad,
sin miedo, por la calle.
También se mienten ellos.
Todos los recuerdos de mi infancia
incluyen a zombies
con una jeringuilla
pegada al brazo
capaces de hacerte
cualquier barbaridad
por conseguir el siguiente pico.

- - -

La cárcel huele a Nenuco

La cárcel huele a Nenuco.
En agosto es top de ventas.
El economato no da a basto.
Las duchas,
una por celda,
están cerradas.
El salón,
atestado de gente,
presenta un aire irrespirable.
El patio,
sin sombra alguna,
está desierto a esta hora.
Traen la comida.
Tú ya notas el olor del ambiente.
El de la comida no es mucho mejor.
Terminas y puedes subir.
Las celdas abren sus puertas.
Primera planta, 45ºC.
Si tienes suerte, esa es tu planta.
Comparada con la segunda, hace fresco.
Te duchas nada más entrar.
Has ganado el turno,
tu compañero de chabolo va después.
Sales y vuelves a chorrear.
Por suerte hoy
ninguno de los dos diarrea.
La taza, a dos metros de la litera.
No hay puerta,
no hay pared.
No hay ni una mísera cortina.
El Nenuco vuela.
En agosto,
la cárcil quiere oler a Nenuco.
En agosto, casi nunca lo consigue.

- - -

Patera de Línea Regular

Tu patera fue un avión de Iberia y un visado de turista.
Tu excusa, la visita a unos tíos ya instalados aquí.

Tu futuro, limpiar habitaciones de alemanes y holandeses borrachos.
Limpiar sus sábanas, barrer su suelo, recoger su ropa, fregar sus vómitos...

Tu esperanza, traer a tu hija hasta Europa, hasta un mundo justo, legal, protegido, seguro.

Pero el contrato nunca llegó. Tu trabajo siempre fue en negro.
Una africana asegurada, seis limpiando.
Si venía un inspector, sólo tenías que esconderte.

Después, con el tiempo, las seis pasaron a ser cinco, cuatro, tres.
El trabajo, el mismo.
Las manos, la mitad.
Sin tiempo para comer, sin tiempo para beber, sin tiempo para sentarse.

Cuarenta habitaciones al día.

Un verano esclavizada, un invierno subsistiendo con lo poco que has conseguido ahorrar.
Nunca te alcanza para un billete de ida. Tu hija va creciendo y ya no recuerda tu cara.
Y llega otro verano, vuelves a la puerta del hotel y esta vez no te abren.
No se abre ninguna otra puerta.
Experiencia, indemostrable.
Permiso de trabajo, denegado.

Después de aprovecharse de ti.
Después de sacarte todo el jugo.
Ya no eres bien recibida.
Aquí sobras.
No hay dinero.
No hay esperanza.

Te ves abocada a buscar en los contenedores.
Te ves abocada a desfogar a posibles violadores.
Lo más bajo de la sociedad.
Los que no pueden ni entrar en un prostíbulo.

Los alrededores del hipódromo son ahora tu mundo.
En verano, las calles que frecuentan los alemanes borrachos.

Antes limpiabas su vómito.
Ahora limpias los bajos.

Y si puedes, si crees que él lo merece, le limpias también la cartera.

¿Quién puede culparte?
No te han dejado otra opción.
Te han dejado con una única esperanza.

Puede que algún día te detengan.
Puede que algún día te deporten.
Es la única posibilidad que te queda, después de diez años, de volver a ver a tu hija.


Pep Capó Rosselló. Poemas escogidos de "Vivo en la Soledad". Calumnia Ediciones. 2015.