lunes, 28 de enero de 2013

Abd Al-Wahhab Al-Bayati - Tres poemas

E PUR SI MUOVE

Como gustéis, señores: la tierra no se mueve.
Ni siquiera una de sus mitades está envuelta en tinieblas.
Las tumbas sólo encierran muñevas,
juguetes infantiles, flores.
Pasado y futuro
decretados y escritos están,
pues vosotros sois los amos
y alfombras palaciegas, criados,
mozos de cuadra nosotros.
Por el oro brillante de ladrones y mercaderes,
por los hermosos gatos del príncipe
vamos a la guerra y como soldados morimos
a pleno día en las trincheras.
Pueblo mísero en el entierro del sol,
derrotado y hambriento,
exterminado por los tártaros.
Como gustéis, señores: yo repito
lo que al sultán dijo el poeta
en siglos vergonzosos y violentos.
Somos volcán dormido,
revolución sin fecha.
Como gustéis, señores: silenciad al poeta,
quebrad la guitarra, detened los ríos.
Pero sabed que vuestra época ya murió para siempre,
que tornáis tan sólo como espectros insepultos.
Porque anegada en luz su mitad anónima,
la tierra se mueve a pesar de vuestro odio.

1965


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JINETES DE NIEBLA

Sufríamos registros y cárceles
mientras vosotros cantábais ebrios,
nietos de jinetes de niebla,
y moríais de hastío en los cafés
vomitando poemas en burdeles y tabernas,
fabricando tragedias con gente afligida.
Mientras había fuego, ceguera y muerte
en todas partes,
vosotros jugábais a las damas entre humo,
atestiguábais en falso,
alzábais muros ante la gloria,
el dolor y el triunfo
de la palabra.

1964

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MOSAICOS

El bufón del sultán
-¡érase antaño una vez, tantas veces!-
acaricia levemente las cuerdas del laúd,
camina por el filo de una espada, por el borde del humo,
en la cuerda floja danza.
Mastica cristales y, tambaleándose cual cantor borracho,
a los monos imita.
Obligada la montura de los niños en el jardín,
ha de sacarle la lengua al sol al recibir sus rayos.
Pero duerme en las plazas,
con muertos y estrellas conversando.
Amaba -también- a la hija del sultán:
vivía siempre a orillas del río de su voz
corriente o remansada.
Mas la doncella murió como la mariposa blanca
de los campos en la tarde.
Enloquecido buscó asilo en el silencio:
tan sólo pronunciaba su nombre.
Un día vino a mí preguntándome
por el que muere en la infancia,
por el que en plena madurez nace a la vida.
He narrado lo que he visto,
he visto lo que he narrado:
¡Érase una vez, tantas veces!


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Abd Al-Wahhab Al-Bayati. Extraídos de "Libro de la pobreza y la revolución". Ediciones Endymion . Traducción de Federico Arbós. 1989.

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