jueves, 20 de diciembre de 2012

Ezra Pound - Catay (1)



CATHAY 
1915

La mayor parte procede del chino de Rihaku (Li Po), de las notas del difunto Ernest Fenollosa y de las interpretaciones de los profesores Mori y Ariga. 



CANCIÓN DE LOS ARQUEROS DE SHU

Aquí estamos, recolectando los primeros brotes de los helechos
y diciendo: ¿cuándo volveremos a nuestra patria?
Aquí estamos porque tenemos a los Ken-nin como enemigos,
no paramos un momento por culpa de esos mongoles.
Hemos agotado los tiernos brotes de helecho;
cuando alguien habla de volver, los otros se acongojan.
Ánimos apenados, el pesar es hondo, tenemos hambre y sed.
Nuestras defensas no son seguras, nadie puede dejar que regrese su amigo.
Agotamos los viejos tallos de helecho.
Decimos: ¿nos dejarán volver en octubre?
No hay sosiego para los asuntos del reino, no paramos un momento.
Nuestro pesar es amargo, pero no querríamos regresar a la patria.
¿Qué flores se han abierto?
¿De quién es esa carroza? Del General.
Los caballos, incluso sus caballos, están cansados. Y eran fuertes.
No nos dan reposo, tres batallas al mes.
Oh, dios mío, sus caballos están cansados.
Los generales van sobre ellos y los soldados a pie.
Los caballos están bien entrenados, los generales llevan flechas de
marfil y aljabas adornadas con escamas de pez.
El enemigo es rápido, hemos de ser cuidadosos.
Cuando partimos, los sauces se doblaban con la primavera,
regresamos con nieve,
avanzamos con lentitud, tenemos hambre y sed,
nuestro ánimo está apesadumbrado, ¿quién sabrá de nuestro dolor?

De Bunno, aproximadamente 1.100 a.C.


EL HERMOSO ATAVÍO

Triste, triste es la hierba a la orilla del río
y los sauces desbordan el jardín cerrado,
y adentro, la dueña, en la flor de su juventud,
blanca, blanca de rostro, vacila, mientras cruza la puerta.
Delicada, tiende una mano delicada.

Fue cortesana en otros tiempos,
y se casó con un bebedor
que ahora sale a emborracharse
y a ella la deja demasiado sola.

De Mei Sheng, 140 a.C.


LA CANCIÓN DEL RÍO

Esta barca es de sándalo y hay magnolias talladas en sus bordes,
músicos con flautas enjoyadas y caramillos de oro
se amontonan en filas a la orilla, y nuestro vino
da para llenar mil copas.
Llevamos a doncellas cantantes, arrastrados por la corriente,
sin embargo Sennin necesita
como corcel una cigüeña amarilla, y todos nuestros marineros
seguirían a las blancas gaviotas o las montarían.
La canción en prosa de Kutsu
cuelga junto al sol y la luna.

La terraza del palacio del Rey So
no es ahora sino estéril colina,
pero yo caligrafío a bordo de esta barca,
haciendo que los cinco picos tiemblen,
y hay en estas palabras alegría
como la hay en las islas azules.
(Si la gloria pudiera durar siempre
las aguas del Han fluirían en dirección al norte.)

* * *

¡Y yo que he dormitado en el jardín del Emperador, esperando la orden de escribir!
Miraba el estanque del dragón, con sus aguas teñidas por los sauces
que reflejaban los matices del cielo,
y escuchaba las gratuitas escalas de los ruiseñores.

El viento del este da verdor a las hierbas isleñas de Yei-shu,
la casa púrpura y el carmesí están llenos de dulzura primaveral.
Al sur del estanque las extremidades de los sauces son de un azul o muy suave o muy fuerte,
sus mimbres se enredan en la niebla frente al palacio que parece de brocado.
Cepas en hilera, a cien pies de distancia, cuelgan de esculpidos emparrados,
y en lo alto de los sauces las delicadas aves se cantan una a otra, y escuchan
lamentándose: "Kuan, Kuan", del viento temprano y su sentir.
El viento se enrosca en una nube azulada y con ella se aleja.
Sobre un millar de pórticos, sobre un millar de puertas van
cantando los sones de la primavera
y el Emperador está en Ko.
Cinco nubes cuelgan en lo alto, brillando sobre el cielo púrpura,
los guardias imperiales vienen del pabellón dorado con sus armaduras relucientes.
El Emperador sale a inspeccionar sus flores en la carroza enjoyada,
sale hacia Hori para contemplar el vuelo de las cigüeñas,
regresa por la senda de la roca de Sei para escuchar a nuevos ruiseñores,
pues los jardines de Yo-run están llenos de nuevos ruiseñores,
cuya música se mezcla con la de esta flauta,
cuya voz está en estos caramillos.

De Rihaku, Siglo VIII d. de C.



Extraído de "Personae. Los poemas breves", Ezra Pound. Ed. revisada, al cuidado de Lea Baechler y A. Walton Litz. Traducción de Jesús Munárriz y Jenaro Talens. Poesía Hiperión.

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