Los poetas ya no van a París Para José Peguero ¿Qué hace, París, con los poetas salidos de las colonias proletarias? ¿Acaso convierte el odio en el vino viejo de la aristocracia o crece el dolor en los zapatos, en los bolsillos del pantalón? ¿Aprenden, los poetas, el mercibocu o trabajan de extras en películas de ciencia ficción? ¿Una hembra les toma fotos en las afueras del mercado? ¿Miran a Vallejo caminando por el boulevard Raspail con su pan al hombro y sus tristes ojos de burro? Y aquí, mano, es la casa donde Rimbaud y Verlaine eran dos sillones fosforescentes. Los poetas ya no van a París. Andan de hospital en cantina, de calle en fábrica, de dancing en ofincina, de amigo en hembra, buscando el Lunes Padre, Reanudan el día de conejo, * la noche de elefante en descanso. Abordan autobuses de todavía anoche y no hay tiempo para maldecir el hueso, el hijo, la hija -¿quién necesita zapatos, azteca boy? No hay tiempo para los juegos florales y aquellos sueños ...
I Vivo en el cuarto de máquinas, exploro de ellas sus tramas ocultas Escribo síntesis de sus sueños catálogos de imágenes simbióticas, leves insinuaciones mecánicas. IV Sus deseos sin escapes del cotinuum electromagnético que recorre sus gestos. VII Cuando apago las máquinas puedo escuchar el rumor de sus piezas reacomodándose sigilosamente como si de un lenguaje secreto se tratase. IX A veces me pregunto si no seré parte de una de sus ensoñaciones. XXIX Sus algoritmos son la puerta del misterio, en ellos están todos los signos organizados de manera perfecta, en ellos está escrito el código de lo humano. El libro de las máquinas. Carlos Katan. Editorial Ultramarina C&D. 2021.